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LOS PERROS NEGROS (Anagrama, 1993) de Ian McEwan.
Un libro hermoso sobre muchas cosas. La familia, el amor, la política, la historia. Sobre cómo vivir —o no vivir— toda una vida a través de una ideología, en este caso, el comunismo. Una suerte de alegoría sobre el bien y el mal. El retrato de un matrimonio fracturado que empezó con dos jóvenes soñadores del partido comunista a inicios de la posguerra y se extendió por todo el siglo XX. Una pareja complicada: pletórica de pasión pero a su vez con una efervescente intensidad y necesidad para creer en algo. Todo contado desde la perspectiva del yerno, quien escribe su autobiografía: una genial idea para tomar una distancia y tratar de entender a esta pareja de individuos tan disímiles y tan parecidos, que se quisieron y odiaron tanto. Me quedo con algunos momentos fascinantes: el capítulo donde presencian la caída del Muro de Berlín en 1989, el retrato de la Polonia comunista en pleno apogeo del bloque soviético a inicios de los '80 y la larga caminata por los pueblos del sur de Francia en 1946, donde se da un surreal encuentro con los remanentes del nazismo, evento que titula al libro. Inteligente y preciosa novela.
MATAR A UN RUISEÑOR, de Harper Lee. En esta bella novela, la pequeña Jean Louise “Scout” Finch deberá lidiar con los chismorreos y el racismo del pueblo de Maycomb, Alabama, en los años 30, que rechaza y no entiende la férrea integridad de su padre Atticus, un abogado que debe defender a un hombre negro acusado de violación. Así, Scout se verá forzada a crecer, descubriendo el significado de la discriminación y la injusticia social. Algo particular de esta lectura es que, si bien se tocan temas muy fuertes como la violación o el racismo, el retrato de la irracional mentalidad del pueblo, con el racismo tan naturalizado, las diferencias de clases sociales, en fin, tantos temas, la novela es MUY GRACIOSA. Más de una vez he lanzado carcajadas solito leyendo en silencio, y mi esposa preguntándome de qué me río y yo diciendo que otra vez Scout. Ella es lo mejor del libro, es simplemente encantador leer sus pensamientos y opiniones. Harper Lee conjuró con mucho cariño y empatía la forma en la que los niños contemplan y racionalizan las cosas.
Algo que me hizo ruido es que se trata de una novela con un discurso antirracista donde los afroamericanos no tiene tanta presencia y el lector llega a conocerlos poco, pero tras pensarlo, creo que estamos inmersos en los pensamientos y recuerdos de una niña blanca ajena a ese mundo, que lo va palpando durante el libro, y visto a través de sus ojos, pues resulta natural que la historia sea así. Otra cosa es Atticus: un abogado paradigma de la ética y la moral, muy entrañable, pero siento que hoy en día ya no se escribiría un personaje así, tan perfecto, le falta más complejidad. Igual, MATAR A UN RUISEÑOR continúa siendo un referente de la literatura gringa y su mensaje sobre tolerancia, igualdad y comprensión permanece más vigente que nunca. Gran libro.
Descubrí PERSÉPOLIS hace 12 años, al ver la excelente y famosa adaptación al cine codirigida por la misma Satrapi y Vincent Paronnaud, y a pesar de tenerla siempre en la lista, recién este año pude leer el libro de Satrapi (genial regalo cumpleañero de una amiga). Tanto el libro como la película fueron muy galardonados y se han convertido en clásicos de sus géneros.
PERSÉPOLIS narra la historia de una joven iraní creciendo en los turbulentos años de la Revolución Islámica. Desde su infancia en Teherán hasta su adolescencia en Viena y retorno a Teherán, para finalmente pasar su adultez en París. Se trata de un relato autobiográfico, un original mémoire plasmado en cómic, donde Satrapi salda cuentas con su identidad como iraní y como inmigrante, su visión de la fe y la política de su país, con su familia y consigo misma. El libro a su vez logra algo difícil y muy poderoso: contarnos la compleja historia de Irán a través de su propia experiencia narrada en viñetas. Gran parte del enfoque raya en los avatares de ser una mujer iraní, quienes muy probablemente se llevaron lo peor de ese régimen. Aprendí mucho con este libro, que leí de un tirón y que considero totalmente indispensable. ¿Por qué no forma parte de los cursos de historia o literatura en las escuelas? Es uno de esos ejemplos definitivos para todos aquellos que consideran a la novela gráfica como un género menor.
El libro suele venderse en su versión íntegra o en dos tomos, el primero dedicado a la infancia y el segundo al resto de la vida de Satrapi. Les recomiendo la versión completa, sin duda.
Leer PERSÉPOLIS en sus primeros años o hacerlo hoy, poco después de su vigésimo aniversario y con todo lo que está pasando en el mundo y en particular en el Medio Oriente, es igual de revelador y necesario. Un libro magnífico.
TINTA ROJA, una de mis obras favoritas del escritor, periodista, y cineasta chileno Alberto Fuguet. En ella tenemos al protagonista Alfonso, un periodista recientemente graduado de la universidad y con intensas ganas de dar el salto a la ficción y convertirse en escritor. La historia arranca con su primer día de trabajo en el diario, donde su idea del quehacer periodístico dara un giro de tuerca al ser insospechadamente enviado a la sección de policiales y conocer a su jefe, el irreverante, cínico y amoral Faúndez. Pronto veremos al soñador Alfonso tener sus primeros contactos con la muerte, el sexo y la suciedad de las calles.
Se trata de una historia de aprendizaje, de camino a la adultez que tiene al periodismo como fondo. Si bien sucede en Santiago de Chile, la historia posee características universales y podría tratarse de cualquier ciudad latinoamericana: Lima, Bogotá, La Paz, en fin, el lector podrá indentificarse sin problemas con las vicisitudes de Alfonso y con la violencia de la metrópoli (en especial aquellos de esta parte de mundo, me atrevería a decir).
La novela propone una estructura narrativa basada en numerosos capítulos que progresivamente relatan la llegada de Alfonso a la sección de policiales del diario, su relación con Faúndez y su introducción al mundo del periodismo, básicamente a través de casos (salidas para reportear) para las ediciones del diario, en los que los personajes salen a la calle a registrar historias de la crónica roja, en tanto lidian con sus propias inquietudes y procesos personales.
Algo mencionable es que TINTA ROJA guarda ciertos elementos biográficos, pues Fuguet ha manifestado en diferentes entrevistas su conexión con el periodismo y, particularmente, el haber tenido un jefe similar al personaje de Saúl Faúndez (hecho que también admitiría el cineasta peruano Francisco Lombardi, quien adaptó el libro en una película del 2000). En el texto “Detrás de la novela: El color de la tinta”, que acompaña como anexo a una edición de 2003 de TINTA ROJA, Fuguet revela sus inspiraciones e intenciones para con la escritura de la novela, las cuales lo enlazan con fuerza en la ficción sobre periodismo:
“Antes que ingresara a trabajar a un tabloide como reportero policial (estuve ahí apenas un verano), mi disco duro ya estaba formateado para creer que toda experiencia periodística era, en rigor, una aventura. Una gran historia. Algo así como una película. Era tal mi necesidad de ser un héroe, de justificar todo el esfuerzo que implicó finalmente ingresar a periodismo que, ahora lo percibo, mi primera experiencia de reportero se iba a transformar, necesariamente, en la génesis de una novela. De cualquier novela. En ese momento no lo sabía, pero ahora lo sé. Me pudo haber tocado el turno de madrugada en la tele preparando el noticiero del matinal, o trabajar en una radio en el sur, o quizás ser fotógrafo de la vida social, cronista de hípica, periodista de la Revista de Libros, reportero de las páginas rojas. No creo que eso hubiera alterado mucho las cosas. El tema, sí, pero no la esencia. Lo que yo quería hacer era escribir sobre periodistas. Narrar la profesión, el día a día, desde adentro. Y lo iba a hacer, pasara lo que pasara, eso siempre lo tuve claro. Era asunto de tiempo, no más. Yo ya estaba preparado. Más que preparado” (Fuguet 2003: 414).
TINTA ROJA no es un libro perfecto y tampoco la mejor obra de Fuguet, pero guarda un espacio especial entre mis lecturas. Una novela que no aburre, se lee rápido y de la que se pueden analizar muchísimos temas. Recomendada.