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La narrativa polifónica es interesante y ambiciosa, en este caso no está bien lograda. Los personajes no se desarrollan, son planos, y algunos salen sobrando. Cada capítulo regurgita al anterior haciendo que el libro sea muy repetitivo. Además, menciona más veces de las necesarias que la víctima fue quemada y descuartizada, subestimando al lector.
Creo que engancha más por los temas “controversiales” que por la historia en si.
Lo rescatable del libro es Marcela.
Claudia Piñeiro sigue siendo una de las escritoras argentinas más delicadas, capaz de contar historias bastante pesadas y con matices más bien oscuros de una forma que no se siente agresiva. Impactante, sí; cruda, también. Pero no va al golpe bajo fácil, no pretende sacudir nuestros sistemas con gore y detalles gratuitos que no suman a la historia.
Emociona cuando tiene que hacerlo, plantea realidades duras cuando necesita hacerlo, evita lo gráfico cuando debe hacerlo. Y en ese balance transcurre una historia hermosa, pero llena de dolor.
Recomendable.
4,5 ⭐
Amé la forma en la que la autora llevó la narrativa del libro, sentí que inició desde las perspectivas más alejadas a los hechos(teniendo en cuenta que Lia y Mateo eran quienes más desconocían de las vivencias que desencadenaron el libro) hasta las que conocieron qué fue directamente lo que sucedió el día que Ana murió.
El libro tiene personajes desarrollados que tienen la oportunidad de narrar el cómo conocieron a la historia y cómo lo sucedido los afectó, dándoles un trasfondo interesante. Mi personaje favorito fue Marcela quien me resulto compleja e interesante, un personaje que recuerda perfectamente que sucedió, pero al que nadie escucha porque creen que su versión de los hechos está alterada por su lesión y la forma en la que protege el secreto de Ana a través de los hechos, lo único que me “rayo” un poco fue la relación que la autora insinúa se desarrolló entre Marcela y el padre de Ana (fue un no para mí) Me llevo a Carmen y Julián como dos personajes deleznables (aunque considero que son tan reales que dan miedo) que solo velaron por sus intereses y actuaron refugiados es su moralidad religiosa, creo que son los personajes que más he detestado en mis años como lectora.
Finalmente, me hubiera encantado un capítulo más antes del epílogo, explicando la reacción de Lía y Mateo ante la verdad que les fue revelada y obviamente el castigo que espero tuvieran Carmen y Julián.