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2025 Reading Challenge ~ [2/12]
“Las cosas que perdimos en el fuego” de Mariana Enríquez es una antología de terror que destaca, paradójicamente, cuando se aleja de los elementos más explícitos del género.
La colección alcanza sus momentos más brillantes cuando prioriza la construcción meticulosa de atmósferas, la incorporación de elementos históricos y culturales argentinos, y la exploración profunda de las obsesiones de sus personajes. En contraste, pierde fuerza cuando recurre a recursos más convencionales del género como el body-horror o los sobresaltos gratuitos.
Entre las joyas de la colección destacan “La casa de Adela”, cuya efectividad radica precisamente en la ambigüedad de su misterio central; “Tela de araña” —quizás el mejor del conjunto—, que nos sumerge en una experiencia febril de tensión sostenida que nunca afloja; y “Nada de carne sobre nosotras”, que logra demostrar que lo perturbador puede transmitirse sin recurrir a lo explícitamente grotesco.
En el otro extremo encontramos relatos como “Fin de curso” o “El patio del vecino”: historias competentes pero más dependientes de elementos mórbidos para generar impacto. Resulta curioso que Enríquez, conocida por su estilo descarnado, logre sus puntos más altos cuando opta por la sutileza sobre el impacto frontal.
Como nota crítica, hacia el final de la colección se vuelve notoria cierta repetición en la caracterización de los personajes masculinos, presentados casi invariablemente como figuras negativas (agresivos, idiotas, insensibles o todas a la vez), mientras las protagonistas femeninas permanecen atrapadas en dinámicas tóxicas con ellos, sin hacer nada. Si bien este patrón podría responder a una intención feminista —especialmente evidente en el cuento que da nombre a la colección—, la reiteración sistemática termina diluyendo su potencial impacto.
A pesar de sus altibajos, la colección demuestra el talento de Enríquez para manipular las convenciones del género terror, alcanzando sus mayores logros cuando confía en la construcción atmosférica y la profundidad psicológica por encima del horror explícito y asqueroso.