“Dejando a un lado los libros, aquel hombre singular no sabía nada del mundo, pues todos los fenómenos de la existencia sólo comenzaban a ser reales para él cuando se vertían en letras, cuando se reunían en un libro y, como quien dice, se habían esterilizado”.
“Resumiendo, se había engañado a sí misma al dejarse convencer, por un momento, que los seres humanos no se dividen en exterminadores y exterminados y que los exterminadores tienden a colocarse en la situación dominante en cuanto pueden. La fuerza de voluntad es inútil si no se va a algún lado. Y la suya estaba en unos niveles tan bajos que ya no era capaz de darle las instrucciones necesarias para poder sobrevivir”. (p. 49)
«Opté por lavarme. David era un practicante bastante entusiasta del ritual de exaltación del pene de la noche del sábado. Seguramente millones de mujeres eran violadas en nombre del amor conyugal en todo el país las noches de sábado.»
«Mi primer error fue enamorarme de ella.
Mi segundo error fue no preguntarle por aquella cicatriz.
La mala noticia es que estoy a punto de cometer el tercero, y que va a ser mucho peor que los dos anteriores».
Mi valoración
“–Es la sumisión –dijo en voz queda Rediger–. La idea asombrosa y simple, jamás expresada hasta entonces con esa fuerza, de que la cumbre de la felicidad humana reside en la sumisión más absoluta”.
“Casi siempre, la vida del ser humano es repugnante. Los videojuegos son lo único que la hacen soportable”.
“Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar para hacer que una mujer permanezca en una casa que arde. Ahí tiene que haber algo. Uno no se sacrifica por nada”.
“Gabriel se animó y dijo que él pensaba que la felicidad se aprende, y ese sería el primer oficio que tendríamos que aprender de niños, como también se ha de aprender a convivir con los contratiempos que nos manda el destino, y que la primera lección de todas consiste en aligerar el alma para poder flotar sobre la vida, y aquí onduló los dedos en el aire como si imitara el fluir del agua, sin que apenas nos hieran las aristas de la realidad, y sin que la adversidad o la fortuna, ni el tedioso discurrir de los días, ni la tentación mortal de anhelar lo imposible, ni el fatalismo, ni las sirenas de los placeres instantáneos, ni sobre todo el terror a la muerte, puedan precipitarnos en el fango de la frustración.”
«La gente de este país vive con la imaginación».
«¡Qué dicha sería poder conciliarlo todo, amar y respetar a todo el mundo».
«Esto se acabó. Es cuanto por ahora podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son».
Mi valoración