Había descubierto lo fácil que era sentirse poderoso, cuando optabas por estar enojado y juzgar, antes que correr el riesgo. Sin embargo, al tener a Isabella frente a mí, diciéndole tantas verdades que callé por orgullo, descubrí que rendirse con la persona correcta también era ganar. Y eso no solo te daba más poder, sino también te hacía sentir invencible.