A pesar de tener setenta y un años, todas las tardes después del trabajo, el librero Carl Kollhoff entrega personalmente los libros que le han encargado los clientes más especiales. Así, cada día da un agradable paseo por las pintorescas calles de la ciudad, ve cómo transcurre la vida fuera de la librería y visita a los lectores voraces que se han convertido en amigos para él. Incluso los compara con personajes de grandes clásicos de la literatura y les ha asignado un apodo muy novelesco. Por ejemplo, un cliente mayor que vive solo en una gran mansión es mister Darcy, y otro que solo lee ensayos históricos, el doctor Fausto. Cuando pierde su trabajo de forma inesperada, será necesario el poder de los libros y el de una niña de nueve años para que todos, incluido el propio Carl, encuentren el coraje para superar sus problemas y acercarse unos a otros
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Creo que todos los lectores nos sentimos identificado con varios pasajes de este libro.