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Al iniciar este gran recorrido literario, somos envueltos con una relación más allá de la conexión superficial, entre dos gemelos, totalmente opuestos, pero unidos por el mismo reloj de arena, que cuenta su tiempo de inicio y finalización en esta tierra. Es así que conocemos a Mara y Owen, dos jóvenes adolescentes que llevan una vida relativamente tranquila, nuestra narradora, la gemela mayor, ha terminado una relación de años con su mejor amiga y pareja, Charlie, mientras tanto, Owen disfruta de pasar tiempo con su mejor amigo Alex, quien les lleva a una fiesta de su escuela de música, en donde los tres estudian, ahí se encuentran con una carismática chica Hannah, quien es la pareja romántica de Owen y a su vez la amiga íntima de Mara.
Luego de un encuentro algo incómodo entre Charlie y Mara, esta decide irse a casa con Alex, pero este ve algo a lo lejos que le hace devolverse dejando a Mara ansiosa y principalmente sola, al salir a buscar al joven, se encuentra a un Alex asustado e incómodo, no termina de saber el motivo de su salida hasta el otro día, donde su madre decide hacer una junta de familia, Owen abuso de Hannah, es dicho a escondidas y entre miradas culpables, el llanto doloroso de su hermano menor, deja una gran incertidumbre en Mara, ¿Es acaso cierto?
Y así es como estalla el tema central del libro, que si me permiten decirlo, es tratado con una soltura increíble, dejando en claro más de un hecho desagradable, un abusador puede venir desde cualquier lugar y sobre todo de la confianza, aprovecharse de la comodidad y traspasar los límites. Y que la víctima será criticada por múltiples miradas, dejándoles una sombra que atormentara sus vidas por un largo tiempo. Abusadores serán pocos los desconocidos y muchos más rostros ya explorados.
A través de este texto podemos ver como Mara, está con una gran batalla mental, sin poder lidiar con el hecho, el gran y horrible hecho, causado por su hermano, quien parece ser afectado solo unos instantes por este, pero que con el pasar del tiempo toma una postura desafiante hacía su hermana, haciéndole la siguiente pregunta “¿Crees que la viole? ¿Me tienes miedo?”
La cruda realidad es que desde aquel fatídico evento, Owen, ya no sería más aquel joven que tanto conocía, alegre y sincero, su hermano, su otra mitad.
Desde el otro punto de abuso, podemos ver a una chica dañada, con miedo y asco de sí misma, dudando y repitiendo una y otra vez en su cabeza, impidiendo aceptar lo ocurrido, ¿Por qué él? Yo tuve la culpa al no querer, debí luchar más fuerte, debí gritar más fuerte.
Es imposible para el lector no empatizar y ponerse del lado de Hannah, quien por obvias razones es quien más sufre, y más cuando al final de nuestra lectura nos enteramos de que Mara compartía un dolor similar.
Por desgracia, este libro no busca la fantasiosa e inalcanzable paz, ya que una vez manchada una piel, no hay forma de devolverla a su estado original y así nos entregan el final más triste y amargo que una novela de este tipo podría darnos, con dos chicas rotas y un abusador sin castigo, sin embargo, nos deja unas palabras de aliento que debo repetir, mientras tengas en quien confiar, podrás luchar.