Marrón: Memorias

MARRÓN, de Rocío Quillahuaman.

Un pedazo de libro —robándome la expresión española—, del cual deseaba hablar desde que lo terminé hace un par de meses. MARRÓN es una menuda y bella autobiografía donde la artista peruana asentada en Barcelona desde los 11 años nos cuenta un poco de su vida.

«Su primera experiencia al llegar fue la de que destripasen su peluche de Winnie de Pooh en el aeropuerto, en busca de droga. A partir de ahí tan solo le quedó acostumbrarse a vivir en un mundo profundamente racista y misógino, que no perdía una sola oportunidad de recordarle continuamente que, allá donde estuviese, estaba fuera de lugar» rezan unas líneas de la contraportada. ¿Cómo se puede sentir una niña pequeña si antes de subir al avión la juzgan por su color de piel y le revisen y destruyen el peluche buscando drogas? Son unas líneas muy cinematográficas y un detonante para el trauma. Pero ella no se detiene en el rencor: en MARRÓN viajamos a través de distintos momentos decisivos de su infancia y adolescencia donde la autora es testigo o víctima de situaciones de discriminación tanto en Perú como en España, para al final, con la misma creación del manuscrito, encontrar un tipo de redención, de paz consigo misma.

A través de dieciocho capítulos, todos genialmente acompañados de sus característicos dibujos, Quillahuaman desata una catarsis en la que nos narra las dificultades de ser inmigrante, peruana y marrón, y lo hace con dolor, sí, mas no abandonando su estilo pletórico de humor y referencias culturales. Un memoir digno de su generación, con Shakira, Matrix, Alanis Morissette, Los Prisioneros, La Oreja de Van Gogh y un desmedido etcétera.

Si bien se trata de memorias, hay mucho de ensayo en las reflexiones e ideas de la autora. Al connotado talento de Quillahuaman para el cómic, la ilustración y la animación se aúna ahora un espacio acaso más personal para discurrir en palabras, palabras de una honestidad tan brutal como dulce, palabras tan hilarantes como rábidas. «El racismo y el clasismo dirigían todos los aspectos de la vida cotidiana, incluso la música. Supe todo esto desde pequeña, aunque nadie me lo explicase. Cuando veía en la televisión a gente marrón como yo bailando, bailaban cumbia. Cuando salía gente blanca, hablaban del próximo concierto de U2. Si fuésemos a un centro comercial o a una tienda de la zona bien de Lima, sonaría música en inglés seguro. Si fuésemos al mercado de nuestro barrio sonaría alguna canción del Grupo Néctar. Y era así todo el tiempo, al final aprendías y asimilabas tan bien este concepto que si veías a una persona escuchando cumbia dabas por sentado que era pobre. No hacía falta que nadie me lo explicase con diapositivas, era una cosa clasista más que asimilar y añadir a la lista».

Como peruano inmigrante y vamos, como millennial, MARRÓN me ha encantado. Pese a ser su primer libro, Quillahuaman ha escrito una obra que no podía estar más vigente, si pensamos en la situación política y social del Perú y en cómo la ola de ultraderecha no pocas veces orgullosa de desfilar su racismo y clasismo se adueña del país. Estamos ante un hermoso y necesario libro que ya debería formar parte de un nuevo plan de lectura en el colegio para todxs lxs peruanxs, acaso con obras de otros narradorxs contemporáneos como José Carlos Agüero, Gabriela Wiener, Marco Avilés o Karina Pacheco, entre otrxs. Latinoamericanxs, sudacxs, españolxs, no importa quién seas, lee MARRÓN. No quedarás indiferente.