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August Landry es una joven queer (bisexual) que ha escapado toda su vida de sus sentimientos, pertenece a ningún lado y con el corazón en la maleta se dirige a NY, nueva en la gran ciudad, pero no la vida, teniendo más experiencia de la que debería a los 24 años, ella es el recuerdo tormentoso del hermano desaparecido de su madre, nacida de una esperanza delirante y de ser la compañera de investigación de su madre pasa a ser compañera de piso de Niko, Myla, Wes y Noodles.
Al principio August se niega a abrirse a sus compañeros, sin embargo, Niko parece ser más que un médium, engaña bobos, y ve en ella un destino doloroso, pero maravilloso, el inicio de su gran camino comienza en la línea del metro Q, donde conoce a Jane, y es ahí donde lo que Niko vio cobra sentido.
Su vergonzoso destino tuvo la alegría de verla a punto de llorar, con el pecho lleno de café, con leche y con la impotencia contenida, cautivándola en una mordida de labio, la frescura de un marzo regular fue la excusa perfecta para acercarse y ofrecerle una bufanda roja junto con una sonrisa cálida, ese gesto dulce y el eléctrico contacto al tocarse cuando iba a recibir la bufanda fue más que suficiente para que ambas comenzaran a frecuentar sus mañanas con un saludo simple y una sonrisa de culpabilidad.
Este es un pequeño resumen de lo que es este maravilloso libro, nos entrega, las primeras páginas las devoras con tanta facilidad que no les resultará difícil soltarlo, para mí fueron dos madrugadas llenas de emociones incontrolables, de risas a llanto, de esperanza, curiosidad, rabia y hasta amor.
Hablemos primero de los personajes, cada uno más carismático que el anterior, desprendiendo un atractivo alucinante, ninguno se siente fuera de lugar y hasta aprendes a quererlos tanto como August, con sus defectos y virtudes.
Luego tenemos la narración impecable, dejándote siempre pequeñas migajas del misterio que de repente se desencadena con la llegada de Jane Su, quien debo confesar que es mi personaje favorito, una lesbiana butch de los años 70' con la valentía de un gladiador y la dulzura de un infante, ella es lo mejor de ambos mundos, sacando de quicio a la mente brillante de August con su sonrisa ladeada y un brillo único en su mirada.
August fue hecha para Jane, con 70 años de diferencia, Jane nació para August y la autora nos lo deja claro en todo momento, cada interacción que tienen es como una caricia a un alma herida, un romance genuino, lleno de esperanza, lleno de felicidad y hasta de dolor. No hay forma de amar sin dolor, el puro sentimiento viene con la amargura de la realidad, los pensamientos muchas veces nublan lo que el corazón desea. Ambas se deseaban con tanta intensidad que era imposible dejar que la neblina de la incertidumbre permaneciera muy lejos, sin embargo, con ellas aprendemos que no existen límites cuando lo que nos conecta ha sido el destino.