Una carta de un hijo a su mamá, un relato de todo lo no dicho, lo inconfesable, lo que tanto le gustaría compartir con ella. Una carta de amor incondicional que atraviesa el dolor, la violencia, las distancias. Un relato de la experiencia inmigrante, del descubrimiento de la sexualidad, un retrato sobre la búsqueda de identidad y pertenencia.
Un mundo en el que la carne que se consume ya no es de animales, después de un virus que solo se transmite a través de ellos. Un mundo en el que ya no hay animales, de ningún tipo, pero sigue habiendo criaderos, mataderos, carnicerías. Toda la novela es muy incómoda, da asco, a veces te hace querer dejar de leer por la impresión, pero aún así no podés soltarla.
Me gustaron mucho todos los cuentos, el hilo conductor de la situación de espera, temporaria. Lxs personajes están en camino, de vacaciones, a punto de llegar a algún otro lugar. Lo permanente está a la vuelta de la esquina, como consecuencia de lo que están atravesando lxs protagonistas en este momento.
El pueblo, las comunidades chicas donde todo y todxs se conocen y se saben es casi un personaje más. Lo transitorio, lo impredecible, lo fuera de lo común en un lugar donde todo parece dicho todo el tiempo.
Un libro que me angustió desde el principio hasta el final. No pude soltarlo, casi lo leí de un tirón en una sentada, a pesar de que cada vez se volvía más pesado y hasta difícil de comprender. No sé si entendí el hilo de la historia, o los hechos, o lo que estaba pasando, pero sí me transmitió un mundo de emociones, angustia, impotencia. Estar en la cabeza de alguien que está pasando un momento horrible y tampoco entiende qué, por qué, cómo.
Es un libro que arranca con toda, con una premisa que me pareció súper interesante: una piba se harta de su vida y decide inventarse otra. Pero se engancha con alguien y la mentira se hace difícil de sostener. Su historia hace agua por todos lados, lo mismo que la novela.
Al principio es súper prometedor, quién no se identifica con ese querer escaparse de la propia vida? Pero no se sistiene en el tiempo, el personaje no crece, no pasa de la superficie. Casi como si lxs lectorxs también fuéramos víctimas de ese engaño, de esa superficialidad, como si nos engañara también a nosotrxs.
Me costó leerla, quizá por lo ajeno de las circunstancias, de los escenarios, de los lugares donde transcurre, pero la historia me terminó cautivando.
Una mujer que no llegó a conocer a su madre la busca en el relato de la propia vida. La identidad como pregunta resuena a lo largo de todo el libro.
Me gustó sobre todo el detalle de la foto que, capítulo a capítulo, se va revelando, como evidencia casi tangible del recorrido de la protagonista en busca de la recomposición de la propia historia.
Volver a releer todos esos correos, un año después, me trasladó otra vez a ese momento cuando todo era nuevo, recién empezaba, incertidumbre y extrañar personas por todos lados. Volver a leerlo y que todo haya cambiado tanto pero al mismo tiempo todo siga más o menos igual me dejó un sabor raro, agridulce, pero con ganas de ver todas las series que nunca empecé.
Un libro que desde el principio te transporta a otro lugar, un lugar que me resultó tan ajeno como el lenguaje en el que está escrito, pero a la vez extremadamente cautivador.
La lengua, la oralidad, las palabras son casi un personaje más, casi el narrador de una historia que al principio parece sencilla, relatos de una infancia rural. El lenguaje era música, era exótico, era algo que ponía una distancia enorme entre el texto y yo, lo que me permitía disfrutarlo. Pero en el avance del libro, la lengua se convirtió en una especie de escudo contra la incomodidad de las situaciones que se narran. Palabras que me resultan extrañas pero que cuentan escenas terribles, universales.
Un tipo hinchado las bolas de una cotidianeidad que lo asfixia y lo supera por todos lados. La novela relata un viaje a Uruguay para evadir impuestos pero también para escaparse un rato de esa realidad que ya no sabe ni quiere manejar, para encontrarse con otra mujer y comprar un poco de la libertad que tanto desea. Uruguay se convierte en una meca del deseo, en la esperanza del desenfreno, en un escape necesario.
Una novela que se lee de un tirón y que, a pesar de que parece super predecible, tiene su dosis de sorpresa, lo inesperado irrumpe y descoloca un poco, aunque al mismo tiempo parece el único final posible.
Lo tenía pendiente de hace como mil millones de años, y me pasó algo raro. Muchos de los lugares me resultan ajenos, pero me pareció fascinante como un libro de esa época puede hablar tan bien de salud mental, de estar del orto “sin razón”, de la frialdad para analizar la mejor manera de encontrar la muerte, la imposibilidad de dormir, leer, escribir como antesala del inferno.
Me dejó con una sensación rara. No sé si es la traducción, o lo ajeno que siento el mundo que relatan, pero no me interpeló demasiado.
Algunos cuentos sí me dejaron un toque recalculando, pensando en situaciones o realidades que de tan terribles son casi universales, pero en general me costó terminar de leerlo, casi que me aburrió.
Un libro que empieza lento y cuando menos lo esperás agarra envión y termina en un par de escenas que no podés dejar de leer.
Un barrio privado de una ciudad de México es el escenario en el que se ponen en evidencia diferencias de clase, desigualdades, machismo, violencias multiples y en diferentes niveles. Un relato que por momentos se vuelve crudo y pesado, mientras que por otros las imágenes se suceden una detrás de la otra con una velocidad que casi te impide entenderlas del todo.
Un libro que me costó terminar pero que por momentos no había forma de soltar.
Un retrato de la Argentina en los 90, con personajes tan arquetípicos como inusuales. Un veterano de Malvinas es contactado por un magnate millonario para tapar un asesinato. En el fondo, un sistema político lleno de corrupción, el sueño de recuperar las islas y muchas cosas más
Como en los libros de Eduardo Halfon, un tema lleva al otro de una manera tan sutil que no te das cuenta, pero que, al llegar al otro lado, no podés enteder del todo cómo aterrizaste ahí. Las palabras te abrazan y te envuelven, y ya no importa dónde estás paradx ni cómo llegaste hasta ahí, sino de disfrutar de los espacios en el medio.
Un libro breve para hablar de la identidad, de la memoria, de todo lo que hay en el medio, los grises, la incertidumbre y los pedacitos de historia propia que a veces ni nosotrxs sabemos completar.
Un libro que me costó un montón terminar. Por momentos me daba mucha impresión y necesitaba respirar un poco, dejar de sentir en carne propia los dolores, la desesperación, los interminables días que se suceden a un diagnóstico desesperanzador y a su posterior operación que no se sabe si va a tener éxito.´
Un libro sobre el camino, el terror y la angustia de convivir con la enfermedad, pero también de la manera en la que los vínculos cambian según cambian las reglas del juego.
Increíble la manera en la que la autora transmite el enojo, la furia, la frustración, la transformación del cuerpo casi como una prisión, el mundo como un lugar hostil.
Es un libro para leer en verano y perderte un rato en la historia, una novela YA muy bien armada, que te va metiendo en la historia tan de a poco que ni te das cuenta. Una de las que leía cuando era adolescente, llena de drama y con una trama medio policial que te súper atrapa y no te deja soltar el libro. Más allá de algunas cuestiones un poco exageradas, me pareció una novela atrapante y para nada predecible.
Cada verano, Cady y sus primxs se reencuentran en las vacaciones que pasa la familia completa en la isla que comparten. Sí, son super ricos, o al menos el abuelo lo es. La historia comienza cuando Cady regresa a la isla después de dos veranos sin ir, luego de sufrir un accidente que no recuerda. A lo largo de la historia, ella lucha por recuperar los recuerdos de ese verano en el que todo cambió.
Cada vez que pensás que la novela va a tomar un camino común y un poco trillado, te sorprende con la historia avanzando para otro lado. Como frutilla del postre, el final tiene altísimo plot twist que ni ahí te lo ves venir y si te agarra en un mal momento te deshidratás de las lágrimas.
Una lectura rápida que se disfruta un montón
Un libro de cuentos que es casi imposible leer de corrido. Cada uno te deja recalculando, revisando, repensando lo que acabás de leer. Cada uno me dejó una inquietud diferente, una incomodidad rara, un pensamiento que en casi ningún caso pude identificar del todo.
Relaciones entre personas, entre familias, entre seres queridos que en algún punto se tuercen y se adentran en lo incómodo, en la decadencia, en lo perverso. Las relaciones humanas de tan cercanas a veces resultan perturbadoras, y cada cuento es un retrato increíble de un costado oscuro.