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“Le dio... un nuevo color. Una cosa totalmente alienígena, única, sin nombre, medio vista, medio palpada... o saboreada. Un estallido de algo aterrador y, al mismo tiempo, avasallador, imponente.”
Fascinado. Eso es, en resumen, lo que he sentido al leer la novela de Butler. Ha sido distinto a lo que he leído ultimamente sobre contacto alienígena, distinto y bastante original. Por partes me pareció un poco lenta pero creo que el ritmo en general fue el adecuado para mi gusto.
Me he sentido decepcionado de la humanidad. ¿Es que acaso somos unas bestias salvajes sin remedio? Incluso al borde de la extinción, me pregunto si es que esa es realmente nuestra naturaleza. Claro, el costo es elevado: mezclarnos con una raza alienígena, perder parte de lo que nos hace humanos. Pero, ¿no es mejor mantener una parte de nuestra humanidad que perderla por completo? Supongo que hay distintos puntos de vista. Como decía Heinlein, más de tres personas no se pueden poner de acuerdo en algo.
Leí hace poco Las estrellas son legión de Kameron Hurley y no pude evitar pensar en la influencia de las naves oankali sobre sus naves-mundo. ¿Podrá ser?
A seguir con el segundo libro.