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“Lo que quiero decir es que nosotros no somos la última ni la más elevada de las fases de la evolución. En primer lugar se poblaron los océanos. Luego aparecieron los anfibios, y la evolución continuó hasta que los continentes quedaron poblados y, con el paso del tiempo, el hombre dominó en la superficie de la tierra... o al menos lo creyó así. Pero ¿se detuvo ahí la evolución? Yo creo que no. Piense un poco: desde el punto de vista de un pez, el aire es un vacío inhabitable. Desde nuestro punto de vista, las capas superiores de la atmósfera, a una altura de sesenta, setenta o cien mil pies, semejan un vacío inadecuado para la vida. Pero no son un vacío. Hay en ellas materia y energía irradiante. ¿Por qué no puede haber vida, vida inteligente, altamente evolucionada, pero procedente de unos mismos antepasados?”
¡Ah! Siempre disfruto de las ideas de Heinlein. Me ha hecho recordar una de las conferencias de Neil deGrasse Tyson en la cual habla sobre la diferencia del 1% que tiene el humano con el chimpancé. Pero ¿acaso sería posible que existiera una inteligencia 1% superior a la nuestra viviendo en el mismo planeta? No tendrían la mínima razón para estar interesados en nosotros o su interés no sería mayor al que nosotros sentimos hacia los chimpances... o los peces.