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De Rusia se habla con tanta más facilidad cuanto más abstracto es el sentido que se confiere a su nombre. "Rusia busca el camino", "Rusia dice ¡no!", "Rusia se inclina hacia la derecha", etc. En un grado de generalización tan alto, un gran número de problemas empieza a perder sentido, dejar de contar, desaparece. La macroescala ideológico-estatal aparta a un lado, incluso anula, la cotidiana, difícil y dura microescala
En este párrafo que es parte del capítulo de cierre del libro, Kapuściński aporta la clave de lectura para su propia obra. A los abundantes análisis sobre la URSS, su política, su historia y los acontecimientos que configuraron su existencia, el autor les contrapone crudos relatos sobre la vida real de quienes vivían en la URSS. En cierta forma, da voz a aquellos contenidos en una categoría tan inmensa como lo era la de “soviéticos” (muchísimo mas amplia que la denominación “rusos”).
Y para ello, el autor no sólo visita las metrópolis Moscú y San Petesburgo sino que, en dos momentos históricos bien distintos en lo que a vigencia del régimen se refiere (los 60's y el período 1989-1991), Kapuściński se adentra en la URSS profunda: Ucrania, Bielorrusia, Siberia, el cáucaso (Armenia, Georgia y Azerbaiyán) y la Asia soviética (los “istanes”). Es decir, Kapuściński se embarra las manos, los pies y pone el cuerpo para contar, con testimonios de primera mano y el suyo propio, sobre la vida diaria de los soviéticos: sus carencias, preocupaciones, sufrimientos y pensamientos. Se esfuerza también en visibilizar la represión del régimen soviético, los campos de trabajo forzoso y la hambruna de Ucrania.
Un libro realmente recomendable para cualquiera interesado en historia y/o en crónicas de viajes.