El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes
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Esta novela nos cuenta el verano que Aleksy pasó con su madre de vacaciones en Francia. Pero no solo nos cuenta eso. Nos habla de una familia desestructurada por las carencias, nos habla de la pérdida, de la inmigración, del daño que puede causar la falta de afecto, de humanidad, de salud mental y del esfuerzo del narrador por desenmarañar la suya.
Tal vez no cuente nada nuevo. El lado bueno de la novela es la maravillosa forma de narrar. La belleza de las metáforas con las que Aleksy describe a su madre, las relación que establece con el pueblo durante el verano, como avanza de forma que apenas se intuye las circunstancias de su presente. Las palabras se articulan con una belleza que me ha ganado, pese a sus momentos de simplicidad.
Ahora viene lo malo: la evolución del narrador y el protagonista. La historia empieza de forma brusca con un odio y un lenguaje de lo más visceral y la transición de ello a la belleza serena que adquirirán más tarde los pensamientos de Aleksy se hace de forma demasiado brusca, sin un cambio lo suficientemente gradual, haciendo que la lectura chirríe un poco.
No obstante, ha sido una lectura muy agradable. Corta, sencilla y muy bella. Una perfecta despedida agridulce al verano.