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“En el universo de Hawking —o universos, un imposible pero, al parecer, necesario plural— no hay mucho espacio para Dios, porque si bien tuvo la elección de crear el universo, el universo tenía que crearse, y tenía que crearse en el modo en el que fue creado.”
Si han visto la película “The Theory of Everything” del 2014, en la que Eddie Redmayne se lleva el premio de la academia como mejor actor por su magistral interpretación de Hawking, pueden darse una idea de lo que el físico ha logrado, aunque su éxito no se limitó solo al ámbito de los números. Ni siquiera la Esclerosis Lateral Amiotrófica, o ELA, pudo evitar lo que se maquinaba en la mente del joven científico.
Lo que se conoce como “Radiación de Hawking”, tal vez uno de sus mayores logros, es la teoría que señala que los agujeros emiten radiación debido a su temperatura y, por lo tanto, tienen entropía y obedecen a la segunda ley de la termodinámica. En otras palabras, tenían que tener un final. ¡BOOM! Ahora veíamos a los agujeros negros con otros ojos, ya no eran gigantes homicidas infinitos, ahora eran gigantes homicidas con fecha de caducidad. Claro, esto todavía no se ha probado pero creo que hemos estado bastante cerca en los últimos años.
Otra tarea que puso sobre sus hombros fue encontrar una teoría unificadora, la Teoría del Todo, algo así como el santo grial de la ciencia. En mis inexpertas palabras, esto implica formular una teoría que explique las leyes del universo considerando las cuatro fuerzas fundamentales de la física: la gravedad, el electromagnetismo y las dos fuerzas nucleares. Suena a la fórmula que “dios” debió haber utilizado en su “creación”.
Bueno, demasiadas palabras para una biografía tan pequeña, pero es que la ciencia en general tiende a emocionarme. Si eres un entusiasta de la cosmología, este librillo es una gran elección que sirve como introducción a su vida y obra.