De los cuatro cuentos incluidos en Lord Arthur Savile's Crime and Other Stories, el que encabeza la colección es sin duda el mejor, una historia elegante sobre el destino y la superstición que mezcla eficazmente humor, misterio y drama. No me gusta demasiado “El fantasma de Canterville”; las escenas del desarrollo me resultan un tanto reiterativas y el final tal vez muy cursi, a pesar de que la escritura de Wilde (traducida en caso de mi lectura por Julio Gómez de la Serna) no deja de ser rigurosa y agradable. Los otros dos textos, “La esfinge sin secreto” y “El modelo millonario”, se hacen interesantes y no se extienden más de lo necesario; funcionan sin ser espectaculares. En mi pronto recorrido por el resto de la narrativa breve del autor, no me extrañaría que ningún relato superara al de Lord Arthur Savile, y creo que tampoco me decepcionaría.
Es un buen libro. No un libro imprescindible ni una obra maestra ni lo mejor de Bolaño, como dicen algunos, pero sí un buen libro, en ocasiones excelente, que recomendaría en especial a quienes hayan leído otras novelas del autor y ya sepan que les gusta, o mejor aún que les encanta. Incluso estuve a punto de darle cuatro estrellas, pero me di cuenta de que era una trampa psicológica, el deseo de convencerme, después de leer mil doscientas páginas, de que valió completamente la pena.
Para mí la mejor parte es la primera, La parte de los críticos, porque es la más interesante a nivel emocional, la más entretenida, la única que destaca por el humor (que en todo caso, entiendo bien, desentonaría en otros segmentos); en síntesis la más redonda. Prácticamente todo el contenido mantuvo mi atención y la satisfizo, incluyendo el misterio de Archimboldi, el triángulo —eventual cuadrado— amoroso, los diálogos, sueños y aventuras varias.
En La parte de Amalfitano y La parte de Fate ya se encuentran secciones enteras que no aportan demasiado, en que se abusa de la descripción y la narración de situaciones cotidianas en expresión prosaica: decenas de páginas que tientan el aburrimiento. ¿Por qué dedicar tanto tiempo, por ejemplo, al trabajo periodístico de Fate previo al asunto de la pelea? ¿Era tan interesante? No lo creo. Después está la famosa Parte de los crímenes, que es al mismo tiempo la más ambiciosa y original y la más inconsistente. Las historias hablan por sí mismas y su efecto, aunque varíe según el lector, es indiscutible. Por otro lado, desearía que más de ellas resultaran individualmente memorables, e incluso sentí que personajes como Lalo Cura o Juan de Dios Martínez podrían protagonizar sus propias novelas.
Leyendo La parte de Archimboldi me percaté de un defecto que recorre toda la obra, pero que se hace más evidente hacia el final. El gusto por la proliferación de historias dentro de historias, la manía de los desvíos narrativos, que en su mayoría son valiosos y aportan a los temas del conjunto, desfavorece en cambio el desarrollo de personajes. Éstos funcionan, a veces, como meros espectadores o consumidores de historias ajenas, transitando lugares y épocas de una forma extremadamente pasiva. La estructura centrífuga a la que me refiero es en realidad síntoma de un problema mayor, que podría llamar, tal vez con injusticia, falta de humanidad.
Para aclarar una acusación tan fuerte: no quiero decir que falte idealismo en la representación física del mundo, que ha sido, como se sabe, un asco para demasiadas personas a lo largo de la historia, y el enfoque sobre el lado lamentable de la realidad no es de por sí un punto negativo. No obstante, sentí durante la lectura que los personajes carecían inusitadamente de ilusiones, deseos, inocencia u otras “fuerzas del bien”, que al contrastar con los acontecimientos habrían incrementado el efecto emocional de la novela. Por supuesto, hay algunos gestos aislados de los que se puede inferir bondad o empatía, como la aproximación de Hans Reiter a Ansky, o el llanto de Juan de Dios Martínez. Pero por la mayor parte los personajes parecen indiferentes a su identidad y su destino, como si simplemente fueran, lo cual contribuyó en último término a mi propia indiferencia.
Me concentré en criticar, pero repito que es un buen libro, y muchos pasajes posteriores a la primera parte también me encantaron, como los juegos intelectuales de Amalfitano, el caso del profanador de iglesias, la historia de la vidente y sus apariciones públicas, la infancia de Archimboldi, las revelaciones finales, etc.
Cuatro cuentos de hadas con las características usuales del género: un mundo maravilloso e inverosímil, en que cualquier objeto o animal puede ser personificado; un maniqueísmo sencillo que permite lecturas moralizantes para niños; una tendencia a estructuras artificiosas y simétricas en que las oraciones se reiteran.
“El joven rey” tiene segmentos oníricos que me sorprendieron por sus ambientes diversos, por la manera gradual en que se presenta la maldad y por el impacto psicológico que ella tiene en el protagonista. El final, lamentablemente, me decepcionó. Creo que “El cumpleaños de la infanta” es el cuento de Wilde que menos me gusta: la historia se dilata en escenas y descripciones que no me parecen en absoluto interesantes (tanta insistencia del autor por señalar los detalles del lujo, nombrar cantidad de piedras preciosas, metales y otros objetos que a veces no puedo ni imaginar). Solo el final me produjo alguna impresión. “El pescador y su alma”, en cambio, es la pieza más especial de la colección, e incluye admirables pasajes, como los siguientes:
•”Lo que los hombres llaman la sombra del cuerpo no es la sombra del cuerpo, sino el cuerpo del alma. Yérguete en la playa de espaldas a la luna, y corta por los pies tu sombra, que es el cuerpo del alma, y ordénale que te abandone, y así lo hará”.
•”(...) con los aurantes, que encierran a sus muertos en las copas de los árboles y viven en oscuras cavernas por miedo a que el sol, que era su dios, pueda matarlos”.
•”-Aquí no hay otro dios que este espejo que ves, que es el Espejo de la Sabiduría. Todas las cosas del cielo y de la tierra él las refleja, excepto el rostro de quien se mira en él. No lo refleja, para que quien se mire en él pueda ser sabio. Existen muchos otros espejos, pero son los espejos de la Opinión. Este es el único Espejo de la Sabiduría. (...) Hice una cosa extraña, pero lo que hice no importa, pues en un valle que está a una sola jornada de aquí tengo escondido el Espejo de la Sabiduría”.
Por último, “El Niño-Estrella” es una historia de redención en que se establece la clásica relación entre bondad y belleza, y se enseña que las buenas acciones son recompensadas. No me gusta pero tampoco es un desastre ni se me hizo tedioso.
560 Books
See all