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El #MeToo contado desde la cabeza de Harvey Weinstein, su villano principal: Emma Cline regresa con una pieza de cámara penetrante, divertida y perturbadora. A veinticuatro horas de la sentencia de su juicio, en una casa prestada en Connecticut, Harvey amanece de madrugada sudado e inquieto, pero repleto de confianza: esto es América, y en América a los que son como él no se los condena. Hubo un momento en que la gente le dio la espalda, pero a esa gente la sustituyó pronto gente nueva: y la gente que le debía favores, piensa Harvey, va a seguir teniendo que pagárselos. Han tratado de acabar con su reputación, pero no lo han conseguido, y ese mismo día el destino le indica cómo terminar de restaurarla; la cara familiar de su vecino de al lado resulta ser la del escritor Don DeLillo, y Harvey ya se imagina los neones: Ruido de fondo, la novela inadaptable, hecha película por fin; la alianza perfecta entre ambición y prestigio puesta al servicio de su regreso. Y, sin embargo, el correr de las horas pronto empieza a llenarse de señales inquietantes, ominosas; de grietas cada vez más hondas en la confianza con la que Harvey había amanecido... Con su sutileza psicológica habitual, Emma Cline narra este relato desde el lugar más incómodo: desde la mente de un Harvey (Weinstein, claro) para el que no hacen falta apellidos, y que aparece retratado aquí como alguien frágil y necesitado, que sobrevalora su inteligencia y exhibe una megalomanía ridícula; un hombre del todo desgajado de una realidad, la de su condena, que se le va haciendo cada vez más aterradoramente visible, y en la que se filtran asunciones de una culpabilidad que su yo consciente niega. Esquivando los ángulos más recurrentes de un tema muchas veces iluminado a una sola luz, acudiendo a inyecciones de un humor sordo y aprovechando con agudeza y sin subrayados las posibilidades caleidoscópicas de las interacciones entre los personajes, Emma Cline construye con Harvey una pieza de cámara por turnos penetrante, divertida y perturbadora, que revela su habilidad para una distancia, la de la nouvelle, que no había explorado hasta el momento.
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Desde que leí Las chicas, la novela debut de Emma Cline, supe que iba a seguir su carrera para no perderme ninguna de sus publicaciones.
Aún no he podido conseguir Daddy, su libro de relatos, aunque tengo muchas ganas, pero si que compré en digital su nueva novela corta, Harvey.
Harvey trata un tema espinoso, pues la autora usa la voz de Harvey Weinstein, el productor cinematográfico acusado de repetidos abusos sexuales a actrices, cuyos testimonios y juicios dieron lugar al movimiento MeToo, y lo cierto es que lo hace de forma excepcional.
La narración resulta escalofriante al meterse en la mente de una persona con un tremendo ego, tan grande, tan seguro de su privilegio y su poder, que todo el asunto de su juicio y las acusaciones le parecen más una mosca molesta que intenta espantar a lo largo de todo el relato. Toda la situación del juicio apenas se menciona de pasada, que es como aparece en la mente de Harvey.
Lo que resulta también escalofriante es su actitud, preparando proyectos y películas, con vistas a seguir con el mismo tren de vida como si nada, en contraste con la seriedad y gravedad de todo el mundo a su alrededor, verdaderamente conscientes del problema.
En conclusión, es un documento estremecedor de como funciona el privilegio masculino y el resquebrajamiento que se empezó a vivir en Hollywood con todo este fenómeno. No llega a la envergadura de esa gran novela que es Las chicas, pero no le hace falta, es un texto circunstancial que cumple de sobras con su objetivo.